Cine de explotación
Señor Mayor Creaciones Gráficas
«Si algo funciona, no lo toques: explótalo»
Esta es la máxima de —además de cine— un negocio que surge, como respuesta, a la demanda de un producto que necesitan las salas: películas.
El cine de explotación nace en Estados Unidos en los años 30. Una época donde, las leyes de censura, aún no sancionan el cine predominante. Pero iniciados los 40, el código Hays se aplicó, con determinación, en eliminar de las producciones de Hollywood; todos aquellos temas espinosos, que pudieran quebrar la moral de la perfecta sociedad americana. Y estuvo vigente hasta finales de los 60.
Pero este cine B, de bajo presupuesto, siempre había coexistido con el de los grandes estudios. Y tenía sus circuitos de exhibición alternativos. Las salas, que para sobrevivir a las condiciones económicas impuestas por La Gran Depresión; programaban sesión doble o triple y a un precio económico…
Eran las salas Grindhouse y el Drive-in. Proyectaban cintas producidas en masa, de rodaje rápido, producción económica y distribución más barata y rápida aún. Que obtenían beneficios con rapidez y permitían a los realizadores continuar produciendo películas en masa. Y que ofrecían al público, aquello que la incipiente TV y el cine dominante, no se atrevía a exhibir: sexo, violencia, satanismo, drogas, mestizaje, vandalismo… Todos aquellos tabúes incómodos para la época y para el código Hays…
La popularidad de estos exhibidores, fue en aumento durante los 50 y 60. Pero vivieron su época dorada durante los 70. El retroceso del código Hays y el avance de la contracultura y la liberación sexual, entre otros factores; favorecen el auge del cine de explotación. Y no solo en Estados Unidos. Aunque regresa con temáticas nuevas, su proceso, a lo largo de su historia —pero sobre todo en los 70—, y en todos los continentes; ha sido siempre el mismo:
Buscar un género o un tema, el que fuera: Western, terror, venganza, vampiros, kárate, nazis, sexo, quinquis, zombis, etc. Y adaptarle un guion básico, estándar…
Buscar un intérprete, asiduo al género elegido: Pam Grier, Tura Satana, Sybil Danning, Chuck Norris, Esteso, Pajares, etc. Y…
Buscar un auténtico profesional de la industria, para dirigirlo todo: Jesús Franco, Russ Meyer, Gordon Parks, Jordi Grau, Tinto Brass, Mario Bava o, el gran Roger Corman.
Sugiere el poeta, contemplar la luz con más paciencia. Imagínense las sombras… Porque en este despreocupado desván de cine bizarro, si bien podemos desempolvar auténticos bodrios; no es raro descubrir algunas obras maestras. Este ignorado universo de producciones de serie B, de explotación; fueron los orígenes, de grandes directores, actores y productores, que abarcan todo el territorio existente, entre lo irrisorio y lo excelso…
Para que se hagan una idea, solo de la —conocida como— “Factoría Roger Corman”, salieron: Coppola, Bogdanovich, Cronenberg, Scorssese, Joe Dante… ¿Sigo?… Jonathan Demme, Ron Howard, James Cameron, Hopper, De Palma. Algunos formarían parte de la llamada, generación de los 70; aquella que cambió las reglas del juego, aquella que fundamentó las bases del cine moderno… Y se dieron a conocer actores como: Jack Nicholson, Charles Bronson, Peter Fonda, Bruce Dern, Dennis Hopper, Robert De Niro…
Además, Corman fundó New World Pictures y New Horizon que, junto con AIP; fueron los principales creadores, productores y distribuidores de cine de explotación. Antes de, la Canon Films de los primos Golan-Globus y la Miramax de los hermanos Weinstein. Y distribuyeron al mundo las producciones de Mario Bava, George Miller, “Fin de semana sangriento” y “Thriller: a cruel picture”, entre otros. O fueron productores de cintas señeras de la Blaxploitation como, “Blacula”, “Coffy” y “Foxy Brown”. Y sería Roger Corman quien llevaría a los Estados Unidos, la obra de Bergman, Fellini, Truffaut y Akira Kurosawa.
Y estrellas como Christopher Lee, Vincent Price, Lee Marvin, Charles Bronson, Peter Cushing, Boris Karloff o Peter Lorre; encontraron en estas producciones, acomodo en el ocaso de sus carreras.
Pero si hablamos de Serie B, hablamos de exploitation. Y es entonces, cuando descubrimos un mundo poblado por múltiples géneros con infinitas variantes y combinaciones, a veces, casi imposibles. Blaxploitation, Sexploitation, Nazi exploitation, Rape/Revenge, Biker, Slasher, Pinku Eiga, Pinky Violence…
Una miscelánea que navega, desde el Giallo italiano a la Distopía. Que pasa por el cine Quinqui, y las artes, más o menos, marciales; el Spaghetti Western y el Cannibal.
Hoy, parece imponerse un nuevo código Hays. Aplicado por un moderno Ejército de Salvación, acaudillado por ideólogos de la corrección política. Que, como aquellos, como los que vendrán, fascinados; pretenden imponer a la realidad, la pureza de su ortodoxia. Una visión acrisolada del mundo, a la que plegar nuestra ideología, nuestra moral, nuestros gustos. Pervierten el orden natural que dicta, vivir primero para filosofar después. Porque madurar es abrazar la realidad. Abrir los ojos ante su indeterminación, complejidad y negrura…
El cine, como cualquier otra expresión artística, es en esencia disidente. Y le entrega, a un mundo sombrío, una mirada que también lo es.
Por eso amamos este género. Porque se aleja de historias moralizantes y lecciones ejemplares. No busca, con ellas, hacer pedagogía social, están desprovistas de ternura y de falsas sensiblerías. Es puro entretenimiento. Es delirante, desmesurado en ocasiones, bizarro y surrealista.
Cine irreverente que no concede interpretaciones pseudo intelectuales. Género perverso y disipado que no sabe de limitaciones y censuras. Conformado con sexo, violencia y transgresión. Un cine acusado, condenado, nunca absuelto, y prohibido.
Un género donde tienen cabida las impúdicas y turbadoras vampiresas de la serie B, las seductoras y violentas reinas del Blaxploitation. Las maliciosas damas del erotismo italiano. Castigado y maldito, libertino y desvergonzado; nosotros amamos este cine furioso y periférico, insólito y feroz… Hecho a la medida de aquellos, que aún saben distinguir la realidad… de la ficción.