JANE FONDA
y su Harley Davidson FL de 1946
ilustración digital vectorial
Jane Fonda y su Harley Davidson FL “knucklehead” de 1946, es un trabajo personal de ilustración. Forma parte de una colección de creaciones gráficas agrupadas bajo el título Amazon et Machina.
La Amazona
hay mujeres a las que uno, les perdonaría todo...
Jane Fonda, niña pija rebelde y resuelta, nacida en el seno de la aristocracia de Hollywood; tenía un talento que le venía de casta. Pero no fue una ventaja ser la hija de un icono viviente llamado Henry Fonda. Crecer a la sombra de un mito del ideal americano, que solo lo era de cara al público. Le venía de casta, sí. Un talento que ella agigantó paso a paso, a lo largo de los años, película a película.
La fría relación con su padre y el suicidio de su madre, marcarían la vida y el carácter; de la más insumisa de todas las hijas de Hollywood. Porque con Jane Fonda no pudo una tormentosa infancia. Tampoco el conservadurismo más radical y el FBI. Ni la dexedrina, el alcohol y la bulimia. Y, ni mucho menos, sus tres controladores maridos.
El primero, Roger Vadim: Quiso con “Barbarella”; recrear un icono sexual que nada tenía que ver con la preciosa “chica de al lado”, que era La Fonda. A la que, por otra parte, consideraba consentida y burguesa. Porque, según el erotómano y libertino realizador francés; los celos, la economía familiar y las deudas… son preocupaciones burguesas. Cansada de Vadim, empapada de Nouvelle vague y contagiada del espíritu revolucionario del París de mayo del 68 —donde, parece ser, estuvo todo el mundo—: regresa a Estados Unidos…
Comienza su mayor transformación. De fantasía sexual, a incómodo grano en el culo de la administración Nixon. Del Óscar por su maravillosa Bree Daniels en “Klute”, al peor retrato que le han hecho en su vida. Una instantánea, y un “Hanoi Jane” como pie de foto. Enemiga de la patria, traidora y sediciosa: del Óscar a la maldición el camino fue corto…
Fue la época del FBI y de su segundo marido, Tom Hayden. De estar con los panteras negras y contra la guerra de Vietnam. Del activismo social y las vacaciones en zonas de conflicto. De la contracultura y el salón, lleno de gente, oliendo a marihuana. De las amenazas y los ángeles del infierno, amigos de Peter Fonda, custodiando la casa. Y con tantos frentes abiertos…
Llegan los años 80 con su colorido hedonismo. Y lejanos ya los días de la revolución, de aquellos soles de Woodstock —de donde, al parecer, algunos no han vuelto—: Jane Fonda pone en forma a medio mundo haciendo aerobic. Un éxito comercial sin precedentes. Algo que, el activista liberal, el intelectual de brillantes ensayos; considera una vanidad intolerable. Pero…
«De acuerdo, seré vanidosa y todo lo que tú quieras… Y, además, ¿de dónde ibas a sacar tú diecisiete millones de dólares?»…
Necesarios para la Campaña por la Democracia Económica (CED) que ambos gestionan.
Empresaria del fitness y la vida sana; actriz y productora de sus propias películas (con “El regreso”, su segundo Óscar). Cuanto mejor le va a Jane Fonda, peor al matrimonio con Hayden. Hasta que llega a su fin.
Y ya metidos en los 90: tercera transformación. La revolucionaria activista de izquierdas se casa con el multimillonario, magnate de la comunicación, filántropo y terrateniente Ted Turner. Al que Jane Fonda llama su “exmarido favorito”. Fue la época de la esposa del magnate, de su retirada temporal. De la filantropía, de sus proyectos de cooperación y organizaciones sociales. De compaginar todo eso con las actividades del hiperactivo Turner, que la quería continuamente a su lado. Una exclusividad que Turner exigía y que no era recíproca.
En fin. Un padre distante y censurador. Un marido que solo la estimaba del cuello para abajo. Otro que no la valoró de ahí para arriba. Y un tercero que la admiraba completa, pero atada a él, y a la que era incapaz de ser fiel…
Insurrecta, dinámica, combativa y en el tajo: A Jane Fonda le ha llevado toda una vida ser joven, ser ella misma. Siempre haciendo lo que menos se espera de ella; en la vida y en el cine. Su figura va más allá de la estrella, de la leyenda y el mito. La mujer de mirada irónica, de voz aromática como el bourbon, para la que el silencio nunca ha sido una opción.
Jane, de jovencita, debiste ser insoportable; qué intensidad. Pero qué mujer sin igual. Con el icono americano de andar pausado y elegante; te reconciliaste regalándole un “Estanque dorado” y el único Óscar de su carrera. Lo esencial de los Fonda estaba en ti.
Y como hay mujeres a las que uno les perdonaría todo. A Jane Fonda: hasta los videos de aerobic… Las cosas como son.
La maquina
Comenzaron construyendo motos en el patio trasero de su casa. Transcurridos diez años, tenían una fábrica capaz de producir 16.000 motocicletas anuales. Eso fue lo que iniciaron, en 1903, los hermanos Davidson junto a su amigo, el ingeniero William Harley.
Fueron muchas las marcas americanas existentes a principios del siglo XX. Como Thor, Henderson, Crocker, Hudson, Flying Merkel, Indian, Cyclone, etc. La mayoría desaparecidas. De entre todas sobresalen dos, que llevan compitiendo de forma encarnizada, 120 años: Indian y Harley-Davidson.
Al igual que su eterna rival; Harley ha superado todo tipo de reveses: La Gran Depresión, dos Guerras Mundiales. La dura competencia europea y la dentellada de las marcas japonesas. Crisis económicas y, por si faltara algo, la película de Marlon Brando. Aquella dura competencia precipitó el desarrollo de una tecnología que benefició a pilotos y aficionados. Y posibilitó la aparición de modelos míticos, que han pasado a la historia.
Objeto de deseo entre los amantes de la marca de Milwaukee. Con un sobrenombre originado por la particular forma de las tapas de balancines, que recordaba a los nudillos de una mano. El Knucklehead, cuando comienza su producción en 1936; supuso un salto tecnológico en la historia de Harley-Davidson. Fue el primer motor OHV y el primero de los Big Twin de la factoría. Y tenía como objetivo solucionar los problemas presentes en los motores “Flathead”. Al año siguiente, en 1937; la Harley-Davidson Knucklehead pilotada por Joe Petrali, alcanzó los 219 km/h sobre la arena de Daytona Beach. Un récord de velocidad que mantuvo una década…
Los primeros años estuvieron repletos de dificultades. Y con las máquinas británicas ganando mercado y sus duros adversarios en Indian, tras los pasos: solventar los inconvenientes era urgente. Y pese a un comienzo titubeante con el mítico E-61/EL, de 61” (1.000 cc). Harley actualizó y mejoró la motocicleta de manera constante.
Pero las fuerzas del orden y los usuarios demandan potencia y velocidad para sus vehículos. Harley-Davidson decide aumentar la capacidad del motor a 74” (1.200 cc). Y la leyenda del diseño, Raymond Loewy, reformula la motocicleta y la estiliza con aires Art Decó. De esta manera aparece en el mercado, en 1941; la que muchos consideramos, la Harley icónica por excelencia: La Knucklehead F/FL.
Fabricado por última vez en 1947, el Knucklehead fue el padre de todos los Big Twin que vendrían con posterioridad: “Panhead”, “Shovelhead”. Es el maravilloso legado, del gran Bill Harley, que salvó a la marca de las dificultades económicas que atravesaba. El modelo americano de mayor influencia en el mundo del motor… La motocicleta más hermosa que Harley-Davidson ha fabricado en su historia.
La máquina Harley “Knucklehead”
El modelo americano de mayor influencia en el mundo del motor… La motocicleta más hermosa que Harley-Davidson ha fabricado en su historia.
Aplicaciones Gama cromática
La impresión en gran formato y sobre cualquier material; permiten llevar la ilustración digital hacia otro ámbito y tamaño alejados de los tradicionales.